lunes, 6 de agosto de 2012

Nazis

Hace muchos años que los conozco, más a ella que a él. No asistí a su boda porque no estaba en la ciudad. Supe de su embarazo y de su parto y de la depresión y el desencanto y el horror y la desesperación al ver a su único hijo “deficiente”. Les animaron a tener otro: “Tal vez no se repita. No tiene por qué ser inevitable. Puede salir normal”. La aceptación superó al rechazo y el cariño se adueñó de ambos padres. También vino el temor; todos los temores: ¿Qué va a ser de él si no lo podemos cuidar; nunca será “autosuficiente”; nos sobrevivirá, quién se hará cargo, en quién podemos confiar, qué le podemos dejar para su futuro, para su vida? La negrura en el pensamiento. ¿Qué va a ser de él si no estamos nosotros?
Miren: Da igual que si lo hubieran sabido a tiempo (entonces no se podía saber antes de nacer, como tampoco se podía abortar, al menos en España) hubieran decidido tenerlo o no. Da igual que poco a poco confiaran en “el sistema de bienestar” que se iba consolidando a nuestro alrededor y que parecía ofrecernos una vejez bien asistida, unas atenciones dignas, un final más o menos decente a nuestras castigadas vidas. Era el triunfo de la democracia y la asunción de derechos. Ahora hablo con ellos, nos vemos con cierta frecuencia y el horror se ha despertado de nuevo en su mente. Ya no hay seguridad de futuro: las ayudas se recortan, las asistencias disminuyen, el “estado de bienestar” se va al garete, nadie sabe qué va a permanecer mañana, ni tan siquiera si vamos a permanecer nosotros. La angustia está aquí de nuevo. Los nazis han vuelto. Más sutiles y refinados, más crueles aún, si cabe. No hay Campos de concentración ni cámaras de gas. Simplemente no hay recursos. Muérase de asco. ¿No puede pagarse la asistencia?, compóngaselas como pueda. ¿No puede pagarse los tratamientos, los medicamentos? Muérase, es lo que hacían sus antepasados, es lo que hacen millones de personas en “el tercer mundo” retorciéndose de dolor y no dan tanta guerra. ¡Cállese! Tenga un poco de dignidad y fallezca sin molestar. Haga el favor.
Los bárbaros nos enseñaron su modelo de vida y nos creímos dignos de aspirar a él. Incluso aceptábamos de buen grado que nos insultaran y afearan nuestra forma de vida. Al fin y al cabo nuestras calles están llenas de mierdas de perro y en las suyas no se ve un papel. Nos llaman vagos y lo toleramos con resignación. Nos llaman impíos y no nos molesta. Juerguistas, borrachos, mal educados, derrochadores hasta del dinero ajeno. Ellos: los bárbaros. Los que provocaron dos guerras mundiales. Los que invadieron y aniquilaron hasta que fueron derrotados. Ellos, los “limpios”, han vuelto, sigilosos y con su gran verdad por delante. Con su maldito dinero para arruinarnos y esclavizarnos. Ahora el trabajo sucio se lo haremos nosotros. No necesitan marcas en la ropa, ya existen las bases de datos, las cámaras, internet. Ni noches de los cristales, ni cabezas rapadas (a menos que sea para distraer), ni hornos crematorios. Seremos nosotros los que los encendamos y alimentemos con la miseria que les estamos consintiendo imponernos. Sí: los nazis han vuelto y nos han invadido sin sacar un tanque a la calle, sin uniformes militares. Nos han comprado a bajo precio. Alguien les está vendiendo nuestras vidas e intereses por menos precio y con menosprecio. Un día nos daremos cuenta que no nos pertenecemos ni a nosotros mismos.
 
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