lunes, 26 de abril de 2010

Narcisistas


Hay temporadas en las que una no está para nada, o más bien para poco. La vida nos demanda su atención, y allá que nos vamos, lo que no impide que me siga alucinando la capacidad de asombro que a diario nos toca tragar.
No acabo de entender ese empeño en no dejar que afloren los huesos de los difuntos que claman por su paz. Sigo sin entender que defender el descanso eterno sea un peligro para la democracia, porque entonces tenemos una democracia endeble; más debiéramos llamarlo un pacto de silencio y conveniencia, una especie de "te dejo jugar pero si siempre gano yo, si no, no vale y pierdes por la fuerza". Que la inoportunidad de determinadas boquitas pintadas es notoria, es una redundancia y que el aniversario del bombardeo de Gernika estemos intentando digerir los exabruptos amenazantes, dignos de mafiosos y totalitarios, como los de las portavoces del PP, es para echarse a llorar, o al monte, que una no sabe a dónde tirar con la cabra.
Que se acometa contra los manifestantes que apoyan a Garzón y no contra los de Falange, demuestra los posicionamientos de cada cual, si no estaban ya suficientemente claros.
Siempre he creído que los cadaveres en el armario acaban por salir y tomarse la justicia. Pretender que los de las cunetas se queden donde están es falta de realismo histórico. Quienes se reían del abuelito del Presidente Zapatero, en el fondo temían por la imagen de su propio abuelito. ¿Quién pegó los tiros a los muertos, quién se invistió de autoridad y se concedió el don de dar y quitar la vida?. La tierra no puede contener lo que intenta aflorar, al final, lo que quiere salir, saldrá y lo que merece ser calificado, lo será.
Que se confunda la viabilidad del Museo de los San Fermines con un ataque a la navarridad y las esencias lugareñas de las que se auto inviste la presidenta de UPN, es de tal demencia que resulta penoso. Que no se conteste, intolerable. Sólo nos faltaba otra iluminada investida de sacrosanta verdad, como la Kutz, que descalifica a quien escribe a mano y a máquina y se defiende como una verdulera en patio de vecindad: "me callo lo que opinan de usted en su partido". Brillante argumentación para defender su gestión al frente de la sanidad navarra. Si no se lo dijeron en sede parlamentaria, se lo digo yo en el blog, indigno de una verdulera, profesión de lo más respetable.
¿Y qué tiene que ver una cosa y la otra, me dirán ustedes, aparte del elemento común femenino y político?, pues el narcisismo imposible de satisfacer de las protagonistas y sus partidos. Me permito citar a un maestro para ilustrar lo dicho:
El hombre narcisista “cuando más trata de ser Dios, más se aísla de la especie humana; este aislamiento lo hace más temeroso, todo el mundo se convierte en enemigo suyo, y, para hacer frente al miedo resultante, tiene que aumentar su poder, su crueldad y su narcisismo”.
La psicosis “es un estado de narcisismo absoluto, en que el individuo rompió toda conexión con la realidad exterior y convirtió a su propia persona en el sustituto de ella”.
¿Cómo podría sobrevivir el individuo si sus necesidades corporales, sus intereses, sus deseos, no estuvieran cargados de gran energía?. Biológicamente, desde el punto de vista de la supervivencia, el hombre tiene que atribuirse a si mismo una importancia muy por encima que da a cualquier otro. Si no lo hiciese ¿de donde sacaría la energía y el interés para defenderse contra otros, para trabajar por su subsistencia, para luchar por su supervivencia, para sustentar sus derecho contra los de los demás? Pensando en ello, se puede decir que la naturaleza dotó al hombre de una gran cantidad de narcisismo a fin de permitirle hacer lo que es necesario para sobrevivir.
Hay otra solución a la amenaza contra el narcisismo que es más satisfactoria para el individuo, aunque más peligrosa para los demás. Esta solución consiste en el intento de transformar la realidad de tal manera que se conforme, en cierta medida, con su auto imagen narcisista”.


"El corazón del hombre: su potencia para el bién y para el mal". Erich Fromm

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