Si no estaba claro, desde ahora les digo que una no es partidaria del museo de los sanfermines, más que nada porque no están los tiempos para dispendios de dudosa rentabilidad y porque la fiesta no me parece museable. Entiendo que se quiera sacar el money del turista que, a falta de otras ofertas, se interesa por el recorrido del encierro y la curva donde se caen los toros. Total, para que anden por la calle tomando potes caros en la Estafeta, al menos que acaben el recorrido y aflojen la pasta al consistorio. Se les pone cuatro fotos y unos videos edulcorados y que compren camisetas.
Ahora me empiezo a cuestionar. Un museo debiera cubrir la misión de memoria histórica de lo que presenta. Me explico. Los sanfermines no son solo el encierro y los políticos tomando el vermú en el apartado, como Goya son sus cuadros y la historia que representan y la plaza de toros durante la corrida es la solanera y la sombra. Todo es más de lo que aparenta. También lo son las peñas, entre otras muchas cosas. Lo ocurrido en los años 2009 y 2010 merece ser exhibido en ese museo: Las pancartas negras de la protesta, la denuncia y la sentencia. No es que lo que hicieron las peñas merezca mi apoyo, al contrario; como no pienso que las peñas sean la sal de la fiesta, tampoco pienso que la fiesta sea como la del pilar, por mucho que se empeñen en santificarla. Sí creo que en ese improbable museo debiera existir un botón que, al pulsarlo, mostrara un audiovisual con lo acontecido en estos dos años. Eso es museable. Es historia de la fiesta, de la política y de la ciudad. Mal que les pese.
Por si quedaban más dudas, también podían exhibir imágenes, si las hay, de la única vez que estuve en la solanera y me tuve que marchar antes de que acabara la lidia del primer toro, bien pringada y humillada por el machismo alcohólico de la muchachada, que además me insultaba por no reirles las gracias. Esto por si se creían imprescindibles y esenciales. Tal vez no fuí disfrazada de rastafari con una corte protectora.
De nada.
Ahora me empiezo a cuestionar. Un museo debiera cubrir la misión de memoria histórica de lo que presenta. Me explico. Los sanfermines no son solo el encierro y los políticos tomando el vermú en el apartado, como Goya son sus cuadros y la historia que representan y la plaza de toros durante la corrida es la solanera y la sombra. Todo es más de lo que aparenta. También lo son las peñas, entre otras muchas cosas. Lo ocurrido en los años 2009 y 2010 merece ser exhibido en ese museo: Las pancartas negras de la protesta, la denuncia y la sentencia. No es que lo que hicieron las peñas merezca mi apoyo, al contrario; como no pienso que las peñas sean la sal de la fiesta, tampoco pienso que la fiesta sea como la del pilar, por mucho que se empeñen en santificarla. Sí creo que en ese improbable museo debiera existir un botón que, al pulsarlo, mostrara un audiovisual con lo acontecido en estos dos años. Eso es museable. Es historia de la fiesta, de la política y de la ciudad. Mal que les pese.
Por si quedaban más dudas, también podían exhibir imágenes, si las hay, de la única vez que estuve en la solanera y me tuve que marchar antes de que acabara la lidia del primer toro, bien pringada y humillada por el machismo alcohólico de la muchachada, que además me insultaba por no reirles las gracias. Esto por si se creían imprescindibles y esenciales. Tal vez no fuí disfrazada de rastafari con una corte protectora.
De nada.
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