lunes, 9 de agosto de 2010

Valoración sanferminera


Una iba a hacer su propia valoración de los Sanfermines, al estilo de los políticos y periodistas, pero me corté. Me dije: a ver Paqui, si ni te arrimas por los toros qué más te da que vayan o no las peñas y que se gasten los euros en pancartas pa tapar las calvas de la plaza; si no te vas de merendola ni al júrbol y bailar al son del chistu te deja los juanetes al gratén, qué te va ni te viene que se enganchen a guantás por un quítame allá esa plaza. Si ya te sabes cómo es esto, tú a lo tuyo, que no es ni el apartado ni el encierro, tú a valorar el vermú. Como ya no estamos para que nos meen pata abajo en cualquier callejuela o intentando llegar a la barra del bar, es un decir, que había muchas lagunas, pues nos amorramos a los vermutes de botellón y al canuto de cartón con patatas fritas, que era lo que estaba de moda y no dejarse la extra en los baretos que se quieren hacer ricos en una semana. Íbamos con la nevera portatil que parecía que estábamos haciendo tiempo para la corrida taurina. Pincho aquí y vermú allá, engórdate, engórdate, cantaba como si fuera la Ana Torroja con una buena torrija, y en estas se aparecen los homenajeados gigantes venga a dar vueltas, y en una de las que se paran para tomar un descanso voy y me arrimo al árabe y con el vaso de plástico en la mano le imploro: Te pido que ilumines a nuestros políticos... Una voz atravesó el vestido a la altura de la bragueta inexistente y me espetó: ¿Qué dices Iluminada?, a lo que respondí que no, que yo Paquita pero que me podía llamar P. ¿Quién te crees que eres, la reina de copas y yo el santo patrón? Me dijo la voz y le respondí: Pues si Reyes y políticos se abrazan a los muñegotes y les hablan como si fueran de carne y hueso y les piden y rezan, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo con el de mi devoción, o es que estoy menos cuerda que ellos?. El portador que estaba aún dentro del andamiaje de madera y cartón salió de la parte del culo y me encaró todo sudoroso: Para que luego digan que las mañanas tienen el encanto de lo familiar. Despechada me dirijí a un zaldiko que tenía calado y me intenté subir a su grupa al grito de "llévame lejos de aquí, a un lugar donde no importe que no nos comprendan, tú y yo y las verdes praderas para que te hinches de pastar". El llanto horrible de un niño que me miraba escandalizado me hizo volver momentáneamente a la realidad. Sin abochornarme desistí de mi intento de huída a lomos de jamelgo de cartón y le dí mi número de teléfono al chati del zaldiko. Aún estoy esperando. Cuánta ingratitud. Y eso que me arreó con el vergajo de lleno en la celulitis y yo le susurré: Tócala otra vez, Sam.
Ahora valoren ustedes y díganme a qué están abocadas nuestras fiestas. Hagan, hagan balance.
Ya, ya sé que parece haber un error en la linea temporal, que los sanfermines acabaron antes del homenaje a Santiago y tal y tal, pero es que sin estas licencias para qué me gasto tanto en bebida. Es lo que se llaman licencias poéticas, creo, y si no me da igual. ¿Dónde queda la libertad del autor para amañar a su antojo sus fantasías?. Por otra parte ¿alguien se atreve a decir que esto no fué cierto y que marco tendencia?. Y todo sin pedir subvención.

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