lunes, 6 de julio de 2009

En nombre de Dios...

Sale uno y rodeado de símbolos religiosos y bien terrenales como las banderas, dice lo que no dijo hasta ahora y de lo que fué cómplice y concluye: trabajen y dejen de joderla. Se erige en representante legitimísimo de Dios y suelta La Verdad. Invoca a Jesús. Agradece que le ¿cedan? la cadena de TV para pedir al pueblo que ore y ayune y pide a Zelaya que no regrese, haciéndole responsable de la posible sangre derramada. Siempre podrá alegar que apeló a "decisiones precipitadas" y al bién del pueblo.

...Les pido, les suplico, LES ORDENO...
Sale otro y rodeado de poderosos, entre ellos la que oculta los datos de la pandemia griposa en su país, y reclama el poder en el nombre de ese que todo lo avala.
Si yo fuera Dios, afortunadamente no lo soy, no creo que lo sea ni él mismo, y tuviera ese supuesto poder que se le atribuye, fulminaría a los dos y a alguno más. Luego nos dirán que Dios existe. Debe haber varios, hasta alguno bananero. O tal vez esa sea su esencia.
Alguna vez, en aras de la salud mental, se observará la imagen ¿divina? como una alucinación manipuladora y se la desterrará al mundo de lo irracional, y a quien se erija en su portavoz se le tratará como enfermo. Siempre hay un DSM por llegar.

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