lunes, 16 de noviembre de 2009

Para que no te olvides, José Diego Yllanes Vizcay:

Hace tiempo, un ser de esos que pasan por tu vida, de profesión leguleyo, me educó un poco en derecho. Yo, que creía en la justicia, pasé a creer en el derecho, ya que la justicia es una entelequia, y el derecho la praxis. Oséase, que yo creo que una tiene derecho a que no la maten a hostias y estrangulada, para después trocearla. Y que si lo hacen, no haya excusas que valgan. Así de claro. No quiero entrar en milongas analíticas de eximentes y agravantes, de valoraciones o dudas razonables. Mira, Eduardo Ruiz de Erenchun, has cumplido tu trabajo y, como has reconocido: "no hay nada que celebrar". Espero que lo recuerdes cada vez que te lleves un bocado a la boca, bocado pagado con el dinero de "ese".
En cuanto a tí, homicida, despreciable sujeto, quiero que sepas que, en lo que a mí concierne, voy a hacer todo lo posible para que no se olviden tus actos horribles, y en especial cuando salgas de la trena. Estoy segura de que a tu celda llegarán cartas de admiradoras y de gentes comprensivas con tus increíbles disculpas, estoy segura de que aprovecharás tu tiempo y estudiarás un par de carreras, olvídate de ejercer la psiquiatría, habría que estar muy loco para confiar la psique a un homicida. Y estoy casi segura de que emigrarás, quien sabe si al Perú de tus ancestros, o a algún otro remoto lugar. Pero ten la convicción de que yo haré lo imposible para que cuando alguien teclee tu nombre aparezca tu historia, que, como sabes muy bien, nunca podrás borrar.
Con mi mayor desprecio.
PD: Tu actuación y ataque de ansiedad durante la reconstrucción es pésima. No has aprendido mucho en la cuarta planta.

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