domingo, 7 de marzo de 2010

Viva el vino

Debo reconocerlo, ni el bigote, ni los abdominales, ni la coincidencia de iniciales, a mí por donde me enganchan estos es por el terreno de la toña. Cuando dijo aquello de: "¿Y quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí? déjame que beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás", me enceló como una perra y habría sido capaz de ir detrás de su botella, la de trincar, la de beber quiero decir, hasta el fin del mundo. Pero las circunstancias mandan y una es cazallera y poco dada al tintorro, lo que me llevó nuevamente al desapego.
Ahora, al ver la defensa desaforada que hacen de Nacho Uriarte, diputado del PP y presidente de Nuevas Generaciones, tras arrrearse un piñazo con el coche y dar positivo en la alcoholemia, me siento de nuevo sedotta. Convéncete P, me largo a mí misma, tu sitio es ese, deja a un lado las diferencias insalvables que os separan, que son todas, y afíliate. ¡Por la cazalla al poder!. I have a dream y está al fondo de la garrafa. Viva el botellón libre y que le den a la ejemplaridad ciudadana. Le tengo que decir a mi tieta que se ha acabado mi ramalazo ácrata, al fin he encontrado mis señas de identidad y pertenencia al grupo. Estoy curada, estoy integrada.
Loado sea Baco que me ha hecho ver la luz. Toda una vida desperdiciada por un erróneo prejuicio. Corro a recuperar la cirrosis perdida. Soy vuestra.
http://www.elpais.com/articulo/espana/Aznar/Dejame/beba/tranquilamente/elpepuesp/20070503elpepunac_17/Tes
http://www.elpais.com/articulo/espana/Nacho/Uriarte/podra/seguir/apostando/elpepuesp/20100303elpepunac_16/Tes
¡Hoy toda mi juventud florece de nuevo!

¡Vino! ¡Vino! Que sus llamas me abrasen...

¡Vino! Cualquier vino... No soy exigente.

El mejor, creedme, lo encontraría amargo,

como la vida.
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En el torbelino de la vida sólo son dichosos los hombres que se creen sabios y los que no tratan de instruirse.
Yo he estudiado todos los secretos del universo, y he vuelto a mi soledad envidiando a los ciegos que encontraba.
Omar Khayyâm

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