domingo, 13 de febrero de 2011

Sacrificios


Me he quedado estupefacta ante las afirmaciones del portavoz del PP, Esteban González Pons: Pons llama a los españoles a sublevarse como los egipcios. No daba crédito y he seguido leyendo como una posesa con la vana esperanza de encontrar la frase que dijera: y a continuación se inmoló pegándose fuego como un churrasco de ternera. Pero no. No lo había hecho. Afortunadamente, cabe añadir. A ver si alguien va a interpretar que estoy incitando al suicidio, y no, juro que no. Lo que ocurre es que las revoluciones de Túnez, Egipto, Argelia, Marruecos, están surgiendo no porque las provoque un político con sus soflamas incendiarias, ¡glups!, sino porque ciudadanos hartos de penuria, paro, hambre y falta de futuro se han quemado a lo bonzo. No quiero pensar tampoco que el portavoz este nos esté invitando a los españoles a que nos peguemos fuego por las calles. Supongo que lo que le gustaría es una insurrección ciudadana para echar al gobierno y ponerse él, ellos, en el poder. Lo considero insultante, pero mire, puede aprovechar la ocasión de la próxima concelebración religiosa en la plaza de Colón para intentarlo. Pagaría por ver a las "familias" acampadas y peinando los encantadores rizos de las cabelleras de tanta tierna criatura como Dios quiso condederles. De hecho, sentadita en mi trolley, en la siesta, he tenido un sueño estremecedor: Una enorme pirámide Maya había surgido en el centro de la plaza, tapando la vista de las exclusivas boutiques de Serrano, y en lo alto, con Rajoy con los ojos en blanco, Pons, convertido en una bola de fuego, arengaba a las masas, que entregaban a sus tiernos retoños a las manos de la Cospedal, la Soraya, la Botella y la Esperanza para que los ascendieran por las escaleras hasta la cima donde, en un altar, Rouco Varela los ofrecía en sacrificio en el nombre de Aznar.
Al despertar se lo he contado al prejubilado, que estaba con su transistor oyendo el partido. Me ha animado a escribirlo, así se me quita de encima y sigue entretenido con el fútbol, diciéndome que aún llegaba a tiempo a la entrega de los Goya, que lo mismo me daban una figurita al mejor delirio. Quién sabe, le he contestado, tal vez en alguna ocasión se valore mi talento escondido. Y tanto, ha dicho. Puñetera envidia, eso es lo que tiene, que estoy intentando sacar adelante la economía familiar, sobre todo tras haber leído las otras declaraciones, las de José Blanco, el que se ha quedado sin un duro para sus mastodónticas infraestructuras: Rajoy podría llegar a las urnas con un programa electoral, pero no tiene nada que ofrecer. Cree que llegará al poder como quien recibe una herencia, sin hacer nada para merecerlo". Ay, Dios, he exclamado, peligran las herencias, tras las pensiones y los sueldos, las herencias, y mira que le he dicho al del transistor que si la diñamos alguno hay que pensarse lo de la aceptación de herencia, que con tanta deuda igual no sale rentable y mejor nos vamos debajo de un puente y se las dejamos a hacienda, más que nada por joder. ¿Qué les hemos quitado a estos, da para un aeropuerto?, se preguntarán. Deudas, exclamará el funcionario pelotilla, todo en números rojos.
Cualquier cosa, cualquiera, antes que darles un chavo a los que tiran la piedra y esconden la mano. Si tanto afán de liderazgo tienen, ya lo dije, que cojan la bandera y den ejemplo, a ver si les seguimos.

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