
¿Dónde queda la intimidad, si es que nos queda algo de eso, y las garantías de que las imágenes únicamente van a estar accesibles a personal "controlado"? ¿Y quién nos acredita que el ex, el vecino fisgón, el delincuente de turno no están controlando nuestra vida, nuestras entradas y salidas y nuestros pasos por delante de las cámaras que tenemos encima del portal? ¿Y quién nos asegura que no va a haber un chiflado que, conociendo nuestros movimientos, nos cometa un delito, premeditadamente, para encima cobrar la recompensa?.
Hagamos una traslación: El ínclito ayuntamiento pone a libre disposición las cámaras de vigilancia de la ciudad, los falangistas te controlan por dónde andas, va uno y te mete una somanta y el chivato controlador cobra la recompensa que se reparte a medias con el otro criminal. Naturalmente esto es un ejemplo ilustrativo, no quiero decir que los falangistas estén en la Policía Municipal ni en el consistorio, ni que esto vaya a pasar en nuestra querida aldea, faltaría más.
Me asusta y me disgusta el modo en que vamos tragando el camino hacia 1984 sin rechistar. Vamos a estar controlados y encantados. En breve dispondremos de internet a través de la TV, y pondremos la cámara encima, para poder videochatear, prescindiremos de cualquier otro aparato de comunicación y nos encontraremos con la TV encendida todo el día, por si llaman, con una cámara encendida todo el día, que no sabremos si nos estará retransmitiendo a no se sabe quién, que escuchará nuestras conversaciones y nos verá deambular, hacer, leer. Y todo lo aceptaremos con la mayor complacencia, con la mayor ingenuidad, como un gran beneficio del progreso.
El fisgoneo es un gran beneficio, indudablemente, sobre todo para ciertos medios de ¿comunicación?. ¿A usted le interesa el árbol genealógico de Michelle Obama? A mí me trae al fresco, sin embargo a The New York Times, no. Por tanto, le encargan a una tal Megan Smolenyak que lo investigue, y la tal llega a la conclusión de que su tatatatarabuela fué una esclava, negra por supuesto, a la que, presumiblemente, violaron o ejercieron coerción, y ahí empezó la mezcla de color. No parecía previsible que en el dichoso árbol apareciera la señorita Escarlata de Lo que el viento se llevó, ni ninguna otra señorita sureña, ni ningún antepasado de historia romántica que nos hiciera soñar con piratas y bucaneros secuestradores de nobles herederas, que se hacían su propio principado. El resultado es el lógico. La realidad es así de cutre. Eso hacían con los esclavos, en general, como tantas barbaridades han cometido los poderosos con los desfavorecidos. Así pues, ¿a cuento de qué, viene hacerle esta marranada a esta mujer? Unos diremos que la vida es así. Otros dirán que menudo pedigrí el de la primera dama, a dónde vamos con eso. Los de más allá sentirán verguenza por ella, y los de más acá por el abusador blanco. Habrá quien diga que eso es lo que había que hacerles

http://www.elpais.com/articulo/gente/antepasados/blancos/Michelle/Obama/elpepuintusa/20091008elpepuage_7/Tes
1984 es un libro futurista en el que se relata el retorno al pasado.
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