viernes, 2 de octubre de 2009

De estilismo

Hoy he ido a la pelu, bueno, a dejarme asesorar por mi estilista personal. Al saludarme, he notado como un rictus de horror en su cara. "Hacía mucho que no venías, ¿verdad?", me ha espetado, "¿qué te vas a hacer?". "Lo más barato", he respondido. Sin una disculpa me ha dejado plantada y se ha refugiado en el cuartito donde guardan la ropa. Le he oído ahogar sus sollozos, seguramente con una toalla. No ha regresado ni para despedirse. Me ha atendido una pupila que me detesta. Es de las que anda en bicicleta por colaboracionismo partidista y a la que observaba por el espejo; la veía coger mis pelos sin saber qué hacer con ellos. "Tengo las puntas abiertas, ¿no?", he preguntado intentando romper el hielo. "Más que abiertas están como enfadadas y sin querer mirarse, una por cada lado", ha sido su respuesta. "Entonces como UPN con todos los demás" le he soltado, intentado aparentar indiferencia. He pedido algo para distraerme y me ha acercado una revista de cotilleos de alcurnia. "¿No tienes el Noticias por ahí?", la he interrogado. Me ha mirado con un cierto desprecio y se ha quedado esperando a ver por qué página le hincaba el diente. Las carcajadas malignas que he soltado al leer al Nagore y al Eder la han debido asustar y me ha pasado a lavarme la cabeza, donde, podría jurarlo, ha intentado ahogarme, tras lo cual, al volverme a sentar frente al espejo y verme como un pollo en remojo, he atacado la sección Vecinos, y ahí no he podido contener una exclamación inadecuada al leer que Prieto dice que no hubo censura en una exposición sobre los Caídos. Me ha arañado con el cepillo del pelo. Lo sé. Lo siento. Me escuece. No ha conseguido arredrarme. "Ya era hora de que se congelaran los sueldos esta banda", he largado, y al levantar la vista su imagen me sonreía desde el espejo con las tijeras en la mano. "¿Cómo se le puede contestar a Cabasés que más áreas tiene Bilbao, qué le intenta decir, que Pamplona es como esa megápolis, o aquí no opinas y vete a tu tierra?" he gritado intentando defenderme de sus acometidas sin conseguirlo. "Otra vez coinciden PP y UPN; hicieron el paripé escandaloso de la ruptura sólo para tener voz propia y decir lo mismo dos veces", le he escupido a la cara antes de que me achicharrara con el secador.
Malherida, tambaleante, pero aún entera, he asestado un golpe bajo: "El carril bici está mal hecho, lo he dicho siempre, han tirado el dinero con una mala planificación". Ha sido mi última heroicidad. Su respuesta ha penetrado mis oídos como un cuchillo: "Pase por caja; en efectivo supongo". "¿Me vas a cobrar por esto?" he gemido agónica. "Clin" ha sonado la caja registradora.
En la calle, al ver su bicicleta rosa chicle con cestita en el manillar no he podido contenerme. No recuerdo cómo, la lima de uñas se ha quedado clavada en la rueda trasera. He sonreído a la cámara de seguridad.
Mañana teníamos bodorrio, pero no sé yo si no tendré la gripe A.

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