miércoles, 30 de diciembre de 2009

Feliç any 2010

Oímos girar la tapa de la mirilla sin obtener respuesta, así que insistimos aporreando el timbre con la delicadeza que nos caracteriza. Al fin, antes de que se quemara, abrió la puerta y asomó su carita de arpia por la rendija. ¡Tieta!, exclamé con la mejor de mis falsas sonrisas. Qué se os ha perdido por aquí? fue su amable respuesta. Ay Tieta estábamos preocupados por ti y ya que no contestabas al teléfono, no nos ha quedado mas remedio que venir a ver si estabas bien. Cinco horas de autobus y desasosiego; ¿nos dejas entrar?, es que me vengo meando.
- Si no hay mas remedio; pero os podiais haber ahorrado el viaje, y si habeis pensado en quedaros a celebrar la Navidad, vais dados. No hay turrón en esta casa.
En mi apresurada carrera hacia el retrete, vi en la pared del pasillo un teléfono nuevo colgando de la pared. Era moderno y tenía pantalla.
- ¿Has cambiado el aparato?, pregunté interesada, mientras hacía equilibrios sobre la taza.
- Me lo cambió un indio de la tienda de abajo. El otro cachivache la diñó y la telefónica me quería poner televisión, internet y no sé qué más. ¡A tomar por el bul! Hablé con Abdul y tan pancha. Me hizo el cambio y ahora viene a telefonear a su país la sudamericana de enfrente y no pago un duro; tuve que cortar el rollo porque se hacía cola en la escalera para llamar y me amenazaron los del locutorio de enfrente, que por mí, ya que les mangan el dinero en viajes que no viajan, al menos que casquen gratis. Que aprendan los empresarios. Además veo quién me llama y si me da la gana no contesto, ¿te has enterado?.
Nunca olvidaré ese emotivo momento, ahí perdí definitivamente el equilibrio y me senté. El pánico alcanzó cotas indescriptibles cuando vi que no había papel y tuve que hacer uso de mi último kleenez de imitación. No crean que no olvido por el desaire, no, es por los granitos que desde entonces me acompañan en el pliegue del muslo y que no consigo eliminar con cremas varias. Todo sea por el espíritu navideño.
Tieta, la dije cariñosa, si sigues así vendrán los de malestar social y te querrán llevar a un albergue de indigentes.
Que vengan, contestó bravucona, anda que no tienen tajo aquí en el Raval. Y soltó una frase en catalá que prefiero no transcribir ni traducir, no vaya a ser que los de malestar se molesten en sus horas de trabajo en que navegan por internet. Salut compañeros. Lo de compañeros es por lo de la atención a los mayores.
En fin, que nos hemos pasado las nadals en mi Barcelona del alma apoyando y a costa de la tieta y maldurmiendo en ese catre que ella llama camita auxiliar con orientación feng shui, o sea en diagonal, que se caía la almohada en cuanto respirabas. Nada como la familia.
Y qué bonita estaba la ciutat. Se nos ponía cara de bobos al ver la iluminación de la Rambla, que nos decía la tieta: sembleu tontos del cul, que en el vostre poble no posen llums?.
Yo les invito a hacer comprender a una octogenaria la política local y sus criterios decorativos. Se partía de la risa cuando le contaba lo del Paseo Sarasate y los 4 arbolitos iluminados en el camino a ese centro comercial que abrirá sus puertas el domingo día 3. Ya me dijo: hija cómo has cambiado y qué moderada estás, casi no te conozco. ¿Te acuerdas cuando venías a la salida del Liceo con el "Manifiesto Comunista" debajo del brazo a escandalizar a los burgueses que salían de la ópera?
Sí tieta, la contesté, pero se me empezó a pasar cuando una de aquellas señoras con abrigo de piel me dijo por lo bajinis que si no me quería socializar a su sobrina, que la tenía harta.
En fin, que ya hemos vuelto al hogar dulce, de protección oficial, hogar, no sin antes dejarle bien limpito el trono a la Reina. Al menos la hemos apartado un poco de la programación televisiva, aunque, como dice ella, es la mejor del año. Se lo pasa pipa viendo los anuncios de cosmética masculina. ¡Qué hombres, hija!, dice en su sofá. ¿A quién habré salido?.
¡Que sean ustedes felices!

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