miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ziscodrama


Y dijo el de la regulación: Oye, cacho P, ¿a que no te da por dedicarte a la política?.
- ¿Pero tú me ves con dotes?.
- Hombre, como te da por escribir y meterte con todo quisque, pues vete a saber, diplomática no, pero peleona de plenos a lo mejor.
- ¿Y le enchufo al partner de nuestro niño, sí, y salimos de pobres a costa de museos?.
- No, mi vida, así te mando a tomar por rasca, vendo el patrimonio y me largo a vivir la jubilación a Alicante, o Valencia, a un sitio decente.
- ¡Ja!, no pretenderás ir de traje, tú que has sido más de buzo que los idem.
- Mira, mi amor, no empecemos, que tienes muy mala leche.
- Es que te veo queriendo hacer leña del árbol caído.
- ¿Quién se ha caído?.
- Pues tú con todo el equipo.
- ¿Y el equipo es el niño?.
- Dejemos al niño en paz, es más tuyo que mío, yo me coso los botones sola.
- Ya te podías hacer todo sola, mira a dónde nos ha llevado tanta promiscuidad política.
- No sabes de lo que soy capaz. Y lo que queda por venir, hala.
- Pues hala.
- Hala pues.
Así acabamos una sesión de desahogo delante del terapeuta, que no pudo evitar aplaudir emocionado ante tanto verismo. Luego nos pasó la factura y yo, acostumbrada a trabajar en los peores teatros del mundo, me sentí descolocada al tener que pagar en lugar de no cobrar. Al abandonar la consulta desplumados y no poder tomar una miserable caña, el de la regulación me soltó: Eso te pasa por farandulera. Y la liamos en la terraza del bar junto a la consulta, dramatizando ante los clientes lo que acabábamos de pasar en el escenario-diván. Así conseguimos inspirar la piedad y pasar la gorra. Al menos aliviamos la sequedad de garganta. La que vale, vale.

YERMA: No soy una casada indecente; pero yo sé que los hijos nacen del hombre y de la mujer. ¡Ay, si los pudiera tener yo sola!
Yerma. Acto III, Cuadro I. Federico García Lorca.

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