Hay una actitud cada vez más penosa en ciertos políticos, da igual su posición en el estamento: Piden cambios en el plazo de investigación de la fiscalía que no gustan a nadie, excepto a los conservadores, que la promueven y que son quienes están bajo la sospecha, y a la vez provocan un debate populista con el tema de la cadena perpetua, supongo que para distraer a la plebe con lo que les aterra, que no es que les limpien impunemente los bolsillos del fondo común, sino que violen y maten a sus hijas.
Azuzan contra los inmigrantes y les acusan de ser una especie de "gasto prescindible" y causa de los males económicos que nos afectan, quejándose del gasto que supone una plaza de escolarización.
Se lamentan por dar educación a quien no la tiene, algo que cualquiera considera básico, incluso una de las virtudes teologales cristianas. No dicen nada de que la inversión empresarial haya sido casi nula, o de los dineros que han soltado para salvar a empresas del cemento.
Y siguen en sus cargos con la cabeza alta, demasiado alta, denunciando los "pisos patera" desde sus áticos dúplex construídos de aquella manera tan original. Podríamos hablar del "gasto sanitario" de los inmigrantes, como si su salud no nos afectase a todos, achacándoles la culpa de las listas de espera y la tardanza en la atención sanitaria, en lugar de preguntarnos por la inversión en sanidad y la gestión de los recursos.
Cuando me indignaba por leer algo, había una persona que me decía: "eso te pasa por leer". Ayer me acordé de ella leyendo este artículo de Almudena Grandes:
Se lo resumo, pero que eso no les prive de su lectura: El FMI obligó a Haití a reducir los aranceles a la importación de arroz del 35 al 3%. Las subvenciones del gobierno norteamericano permiten que el arroz producido en Arkansas sea más barato que el autóctono Haitiano. Haití era auto suficiente en su producción arrocera.
Se pregunta Almudena cuántas toneladas de ayuda ha enviado Riceland Foods después de hacerse de oro a costa de arruinar a esos agricultores que emigraron a unas chabolas que ahora se les han caído encima.
Entre tanto, nos distraemos con los maratones de ayuda de los famosos, la nota humana de la noticia y nos espantamos pensando que las desgracias caen sobre los más desfavorecidos, o nos creemos la aflicción que expresan ante las cámaras los políticos, los banqueros, los líderes; incluso hay quien se pregunta por el designio divino. ¿Se acuerdan de aquello de Gandhi de la caña y el pez, lo de enseñar a pescar? Pues ahora se quedan con la caña, el pez y la técnica.
La berlusconización de la política española. La admisión de la falacia como verdad. Consentimiento para que nos matemos de hambre unos a otros en aras de un mayor beneficio. Permisividad para que nos distraigan y atonten sin reclamar que nos den datos para analizar, para PENSAR.
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