viernes, 25 de septiembre de 2009

Aldapa

Anda Tim Robbins por España, Madrid y Barcelona, paseando la obra 1984 de G. Orwell, con la compañía The Actor's Gang. A mí siempre me ha impresionado este relato que, basándose en la dictadura estalinista, critica la dureza del estado totalitario, que es una anticipación de lo que ya tenemos y de lo que vendrá. Aunque a algunos les gusta decir que Rusia no dominará el mundo y que ha sido seducida por el capitalismo, yo discrepo. Tiene la energía que necesitamos y un pueblo ya sometido. Juega con todas las cartas.
Hay otro relato que me pone, aún más, los pelos de punta, Farenheit 451, de Ray Bradbury. Ya saben, esa sociedad donde los libros están prohibidos y se queman, perviviendo únicamente en la memoria de los hombres-libro. Si unimos los dos, el futuro es espeluznante, como creo que lo será. Una sociedad aletargada y adormecida, esclavizada y agradecida. Idiotizada.
En mi infancia, las fiestas de Aldapa no iban mucho más allá de tirar el cohete y coger los caramelos que caían del tejado de la Iglesia. Eran, en nuestra penuria, maná caído del cielo. Cogíamos alguno en refriega con los chicos y nos íbamos más contentas que chupita a disfrutar del botín, generalmente resentidas con los brutos que se habían llevado la mayor parte del dulzor. Hoy la pelea es por la organización, por el interés, por la pela y por la autoritas. Pelean los hosteleros por su negocio. La comisión de fiestas por su negocio con la carpa. El Ayuntamiento, con división interna y navajazo político incluído entre áreas, por la autoritas y su negocio de votos. Y los ciudadanos por el bailongo, la fiesta y el alcohol. Todo cambia, sin duda. Yo ya estoy mayor.
Lo que me asombra es que el debate sea el fiestongo y no la vergüenza que estamos padeciendo en esta sociedad.
A mí me gustaría que los sindicatos policiales, todos de todos los cuerpos, la Fiscalía, la Delegada del Gobierno, se interesaran en aclarar la denuncia pública de un ciudadano que dice haber sido detenido ilegalmente durante un montón de horas, por dos personas que dijeron ser policías. A mí me gustaría saber la verdad, pero me gustaría aún más que a todos los responsables que he mencionado, y alguno más, les interesara saber la verdad. Y lo mismo me ocurre con los falangistas, ¿o es que hay que pensárselo mucho para exigirles una condena de la violencia y si no la ilegalización? ¿Es que a nuestros ilustres representantes no les interesa recoger firmas de condena de estos intimidadores que causan daños intencionados y los reivindican?. Y me gustaría que los artistas fueran solidarios y se negaran a exponer en un lugar donde se censura. Se censura el arte. Y me gustaría que los ciudadanos nos plantáramos ante los farmacéuticos que se niegan a vender la píldora del día después a las menores, y no respetan la ley, y no les compráramos más que aquello que expenden en exclusiva, las medicinas, y eso porque tenemos que tragar con la medicación. De la misma manera sería deseable que, en lugar de política cortijera y de navajeo, tuviéramos gestores responsables, que acatan las decisiones de la mayoría y que se preocupan de proporcionar lo mejor a sus administrados, todos, vivan donde vivan, y de protegerlos.
En fin, que esto parece una carta a los Magos de occidente, pero que ya está bien. Que ya basta de unos y otros.

2 comentarios:

  1. L@s de langostinos y lentejas antes de consumir en una farmacia, aunque sean unas tiritas, nos aseguramos, preguntando si es preciso, que vendan preservativos. A partir de ahora ampliaremos la encuesta a la píldora del día después. Si son libres para NO vender, nosotr@s los somos para NO comprar.

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