jueves, 10 de septiembre de 2009

De la prostitución


Coincidí en Barcelona con las redadas contra la prostitución organizadas al unísono por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat. La polémica estalló por unos reportajes publicados por El País con profusión de imágenes de sexo explícito practicado en plena calle por supuestas (siempre la presunción) prostitutas en los aledaños del mercado de la Boquería.
El empeño del Ayuntamiento con el barrio del Raval viene de largo, intentando hacer de él un lugar agradable para residencia de los burgueses a la vez que se espanta a un vecindario mayoritariamente inmigrante y lúmpen. Si de paso especulamos un poquito y tiramos casas y construímos nuevas, reordenamos y tralará, mejor que mejor.
Que, por supuesto, nadie quiere encontrarse colchones usados para practicar el sexo en la puerta del mercado, ni condones usados y otras lindezas. Ni es higiénico, ni aporta seguridad. Vale. Yo no estoy a favor de esta práctica ahí. Ni de la explotación de las personas. Surge el debate. ¿Qué hacemos con la prostitución, la legalizamos o la prohibimos? Me parece a mí que es un vano intento ponerle puertas al campo, sobre todo en el llamado oficio más antiguo del mundo. Si la legalizamos, ¿estamos permitiendo una vejación de la persona, y qué hacemos con los proxenetas, y con las mafias?. ¿Qué hacemos con las prostitutas?.
Si la mayoría de las detectadas por la calle son inmigrantes irregulares, que alguien me diga qué solución alternativa se les ofrece a esas desgraciadas, que no sea la de expulsarlas del país. Si penalizamos al cliente, espantaremos el mercadeo, pero cómo demostrar que se está pagando a cambio de sexo, ¿por el simple merodeo, por la provocación al delito como en los U.S.A.?. Sería lógico pensar que el modo de atajar la drogodependencia es atacando al comerciante, al mafioso, no al consumidor, sobre todo en drogas fuertes. ¿Debiéramos atacar al proxeneta? En todos los debates he echado en falta la voz del "chulo", algo tendrá que decir. Hombre, no es tan dificil acercarse por los aledaños de los campos de fútbol y reclutar algún propietario de algún "club" que nos diera su opinión. Igual hasta nos encontrábamos algún político en ejercicio que nos lo explicaba con la labia acostumbrada. ¡Pero si en el fondo generan empleo. A lo sumo incentivan la producción!.
Sé que me dirán: No has aportado nada. Ninguna solución. No la hay. La que están aplicando es la misma que la que pusieron en práctica antes de los Juegos Olímpicos del 92. Echaron a las putas y las vimos repartidas por toda España. Pamplona incluída. ¿Qué se hizo con la prostitución que escandalizaba la Plaza del Castillo? Lo mismo. Hostigarla. Es lo que están haciendo en la Rambla de Barcelona, y en la Avenida de Guipuzcoa de Pamplona. Molestar. Alejar. Que no se vea. Al vertedero.

Sólo he hablado de la prostitución sexual femenina. Podríamos decir lo propio de la ideológica, la laboral, la política, la religiosa, la matrimonial... LA HUMANA.
Si la historia de la humanidad no ha sido capaz de dar con la solución. ¿Qué esperaban de mí, qué se creen que soy una iluminada milagrera?


"Sobre la degradación general de la vida erótica". S. Freud: No es el deseo sexual el que llama a la prohibición sino que es la prohibición la que genera el deseo.

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