Estoy con una corajina que no me aguanto, desde que he leído la entrevista a la Sara Ibarrola, a la sazón directora del instituto navarro para la igualdad.
Esta criatura de 34 años, de la que conocemos su currículo formacional y profesional, pero no vital, que es el que en definitiva da poso, suelta unas perlas falsas en la entrevista concedida al Diario de Noticias y cuyo enlace se encuentra arriba.
Y digo perlas falsas, porque la tal se limita a ejercer de correa de transmisión del mensaje en contra de ese periódico.
Ella que reconoce no querer posicionarse sobre la forma legal de la prostitución, no entiendo por qué, arremete contra los medios de comunicación por su responsabilidad al publicitar anuncios que claramente venden comercio sexual, contribuyendo a normalizar algo que no debería ser tan normal.
Previamente ha dicho que no le gusta hablar de culpabilidad. Entonces, ¿eso qué es?. Culpabiliza al anormalizar la prostitución y a los medios, que es de lo que se trataba y donde demuestra su agradecimiento estomacal. Tapar. Hay que ocultar. Que no se vea.
Y nos dice que: Dentro del programa para violencias víctimas de género, una de las sesiones de trabajo dirigida a los profesionales en esta materia fue sobre la prostitución.
Una sesión.
Y dice que es el mal llamado oficio más viejo del mundo, pero reconoce que es una realidad muy vieja. ¿En qué quedamos?
Pobres putas la que se les viene encima. Porque se trata de erradicar. Perfecto. Y habla de violencia de género. Genial. ¿Van a cerrar los clubs, como los que hay en las inmediaciones del campo de futbol, o los de carretera, van a hacer algo con esos "empresarios", o se van a meter con las que van por libre?
¿Y qué van a hacer con estas personas, las van a regularizar, las van a mantener y educar y buscar trabajo? ¿O se van a limitar a prohibir, hostigar, perseguir, denunciar, encausar, condenar, alejar, TAPAR? Quien sabe, aún volverán a abrir Villa Teresita ¿o no la cerraron?, para encauzar a las "descarriadas".
Ahí la tienen. Incapaz de dar una solución, ni a este problema ni a nada, y con una osadía monumental. Otra más.
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