El timbre nos ha despertado a las 5 de la mañana. Yo me he incorporado sobresaltada y empapada en sudor. Un grito se me ha ahogado en la garganta: ¡Los grises!. El de la regulación me ha mirado somnoliento y alucinado:
- ¿Pero qué dices cariño, si estamos en el 2009 y es el teléfono el que está sonando?
- ¿El teléfono, está el niño en la cama?
- El niño se ha ido con su pareja a la noche en blanco de Madrid, que están hartos de esta grisura casi negra.
- Entonces vienen a embargarnos otra vez
- Pero quieres coger?
No he llegado a tiempo. Han colgado. En la pantalla ponía "Desconocido".
- ¿Quién habrá sido?
- Vete a saber. Anda y duérmete.
- Serás capaz de dormirte tan tranquilo. Qué cachazas eres!
- Cariño, que no son horas.
Y se ha tapado la cabeza con la sábana. Con esa facilidad que tiene para inhibirse de lo que no le interesa, en segundos estaba roque. A mí me admira. Yo miraba aquel bulto roncante, como siempre, estupefacta. He apagado la luz sin lograr conciliar el sueño. No sé si me he dormido porque el timbre me ha sobresaltado de nuevo. He salido como una bala y he descolgado, en la pantalla aparecían esta vez una ristra interminable de números:
- ¿Alo, oui? (He pronunciado, pensando que por lo menos me llamaban del Kremlin)
- ¿Es usted Paquita Pérez?
- Puede llamarme P, (he contestado coqueta)
- Espere que la paso con presidencia.
He comenzado a dar saltos de alegría emitiendo grititos que han despertado nuevamente al de la regulación:
-¿Y ahora qué te pasa?
- Putin, Putin.
- Oye, bonita, ¿qué has tomado con la cena?
- Que es Putin.
- ¿Pero con quién te tratas ahora, cariño?
Su voz ha sonado, esa voz nasal y ribera, en el auricular.
- Paquita, maja, que te llamaba por lo de la firma de adhesión al documento...
- Pero si yo ya me he manifestado, y dicho, y repudiado...
- ...que estamos consensuando sin consenso...
He dado un respingo y he colgado de golpe. Me he quedado sin aliento, mirando horrorizada el aparato, temiendo que volviera a sonar. Lo ha hecho y la ristra interminable de dígitos ha vuelto a hacer su aparición.
- ¿Diga? (He preguntado esta vez más humilde y lugareña)
- Supongo que estarás en contra de la publicidad del mercadeo sexual en determinados medios de comunicación. (Ha interrogado la voz nasal).
- Por mí como si abren las bibliotecas a la noche. To el mundo es bueno.
He colgado temblorosa sin saber qué pensar.
- ¿Se puede saber en qué te metes para que llamen a estas horas?
- ¿Ya hicimos bién la declaración de la renta?, porque nos van a quitar hasta al niño, como a la Belén Esteban.
- Como no se lo lleve el Rector a preguntarle si se cree que la Universidad es para irse de botellón con el carné de estudiante de peineta.
El teléfono ha vuelto a sonar. Hemos mirado juntos la pantalla: "Desconocido". Me ha rodeado la cintura con su brazo y me he sentido fortalecer. He estado a punto de decir: "Que les den, vámonos a la cama". Pero he sido débil. Un impulso irrefrenable me ha empujado a pulsar la tecla del manos libres temiendo lo peor.
- Sabemos que está ahí, Paquita, (ha dicho una voz femenina con soniquete de colegio mayor) le llamamos para contar con su participación en la semana de la movilidad sin mi coche...
- ¿Su coche? (He exclamado ilusionada)
- No. Mi coche que es su coche
- No sabe cómo se lo agradezco...
- NO, su coche de usted.
- Pero si nos lo embargó la financiera
- Pues el mío no, ja, el suyo naturalmente, usted debiera tener coche, porque si no la economía se nos va más al cagarro. Hay que tener coche para dejarlo en el garaje, o en la calle, para pagar por la tarjeta de residente, y el impuesto de circulación (que no es para circular, no nos confundamos) y el seguro, y el combustible, y el IVA que sube, que tenemos que vivir todos; pero la cuestión es que no lo usa. Usted a pie o en bicicleta...
- ¿Y en villavesa?, porque los callos me matan...
- No, a pie o en bici por la acera, no le quiera hacer el juego a la Mancomunidad que le veo el voto. A pie o en bici.
- ¿Y podríamos ir juntas, qué tal un tándem?
- Pero qué dice, mire, ya sabemos que toma somníferos y somos condescendientes, pero no pretenda escudarse en sus adicciones para liarla. A mí me llevan en coche y me hacen la foto en la bici y se acabó. La que tiene que pedalear es usted.
- Anda y que te pedalee la cuñadica.
- A que te mando al grupo mixto.
He colgado indignada.
- Pues a mí lo del tándem... (Me ha susurrado al oído el de la regulación)
- Tú siempre igual, marranito mío. A momó.
Y nos hemos ido a la cama. Me he abrazado a su cintura barriguil y cuando me iba a besar me he despertado con unas ganas incontenibles de mear. Sentada en el inodoro he reflexionado toda trascendente: "Qué tiempos aquellos en los que el que llamaba a la puerta a las cinco de la mañana era el lechero".
Que Antonio Machado me perdone:
Ayer soñé que veía
a Miguel y que a Miguel hablaba;
y soñé que Miguel me oía...
Después soñé que soñaba.
domingo, 20 de septiembre de 2009
A las cinco de la mañana
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