domingo, 21 de junio de 2009

De matasanos

http://www.elpais.com/articulo/panorama/muerte/digna/elpepusocdgm/20090621elpdmgpan_4/Tes

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ OPINIÓN
Por una muerte digna
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 21/06/2009

Los presidentes de los colegios médicos de las ocho provincias an- daluzas han hecho público un confuso documento en el que se valora positivamente el anteproyecto de Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de Muerte, popularmente conocida como Ley de la Muerte Digna, y, al mismo tiempo, se reclama la figura de la objeción de conciencia, de manera que los médicos puedan negarse a cumplirla.(...)
Se trata, en definitiva, de ajustar su práctica médica a las directivas de la jerarquía de la Iglesia católica, recogidas, por ejemplo, en la página web de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. "Los pacientes deben sufrir el menor dolor posible, de manera que puedan morir con dignidad. Dado que las personas tienen el derecho a morir en plena conciencia, no deberán ser privadas de la conciencia sin que exista una razón irresistible... Los pacientes que sufran un dolor que no pueda ser aliviado deberán recibir ayuda para apreciar el concepto cristiano de sufrimiento redentor".(...)
sería imprescindible reconocer también el derecho del paciente a saber, con toda claridad, qué creencias religiosas defiende el médico que le trata o que pudiera tratarle en caso de emergencia. No estaría de más que en todos los hospitales públicos y concertados figurara una lista de médicos objetores (de manera que los pacientes católicos puedan elegirlos para sí mismos y los menos convencidos puedan rehuirlos y buscar socorro en otro lado).(...)
Los médicos reclaman el monopolio sobre el uso de medicamentos y tratamientos terapéuticos (un bien público), pero al mismo tiempo se creen con derecho a usar ese monopolio en beneficio de su conciencia y en desprecio absoluto de la de su paciente. Por eso hay que regular, claramente, los derechos de los pacientes y las obligaciones de los médicos. Porque en un 30% no se puede uno fiar de su conciencia.

Me parece brillante el artículo y la reflexión que hace Soledad Gallego en El País. Es difícil añadir nada que no implique una mayor dureza a la hora de exigir nuestros derechos como pacientes, así pues aquí queda.

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