Intimidades

Me ha pillado. Como pronto es su cumpleaños le he comprado el pantalón que quería y me ha aparecido con él puesto para que le cogiera los bajos, los de las perneras, mientras yo me entretenía con el blog. ¿Qué haces, ahora te da por chatear? Yo que pensaba guardar el secreto, al verme descubierta me he visto empujada al beneplácito y me ha dado un repaso de arriba abajo. Total, que se ha puesto romántico y me ha hecho un ripio en la cama: Paquita literata. Luego se ha dado la vuelta y me ha pedido que le rascara la espalda. Así que mis uñas de porcelana, melladas de aporrear el teclado, se han dedicado a menesteres más prosaicos. Ya que estábamos en esa tesitura, aprovecho y le digo que ahora que me dedico a las letras por qué no quitamos la tabla del cuarto de la plancha y ponemos unas estanterias y una cheslong, como le he visto a una escritora que desconozco en el suplemento dominical (pero a pesar de mi ignorancia, esta mujer va a convertirse en una referencia en mi vida), así me podría tumbar a hacer mis lecturas y meditaciones y vendría mi inspiración literaria para este blog. Me ha contestado que si él podría despatarrarse también a leer el Sport, porque él es del Barça, y que si estaba tomando algo. Dicho lo cual se ha ido a la cocina y me ha escondido las botellas de vino de guisar. Me he sentido humillada y herida en lo más profundo, ¿a qué le arreo yo ahora mientros pelo cebollas para aliviar mis lágrimas?. En venganza se va comer una tortilla de patata requemada, así sabrá lo que es jugar con la sensibilidad ajena, sobre todo la de una artizta en potencia. Y a más a más, voy a ver si venden en la Teledenda el robot de los pepinos que le vi el otro día al Buenafuente, al menos me desahogaré con la teleoperadora, y como lo vendan, a más de darle leña a la tarjeta, me voy a hacer muy amiga del robot. Véanlo a partir del minuto 9. Y tú también cariño mío si lees este post.