viernes, 5 de junio de 2009

Matrimonio blanco

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Matrimonio_blanco

Un matrimonio de conveniencia es aquel casamiento que se produce fundamentalmente para obtener beneficios jurídicos, económicos o sociales, sin que exista un vínculo sentimental intenso entre los contrayentes. A veces también recibe el nombre de matrimonio blanco (calco de la expresión francesa mariage blanc) para designar aquellos en los que los contrayentes no mantenían relaciones sexuales. Este tipo de matrimonios se consideran nulos y delictivos.

Siempre recordaré una frase de un personaje público, hoy ya retirado, que me dejó helada: "Hay que mantener el estatus". La impostura. Ser otra persona, otra personalidad. Integrarse en un sistema por mimetismo y mantenerlo. Si formas parte de la impostura, ¿cómo vas a denunciarla?, y si la denuncias ¿se acuerdan de Otano? te condenarán al ostracismo. No eres de los nuestros. Uno de los nuestros.
Me viene todo esto a la mente con la lectura de dos noticias. Ninguna es nueva, al contrario, tampoco están relacionadas directamente, pero yo las asocio, misterios de la mente.
Una es la publicación por El Pais de la fotos de Berlusconi, http://www.elpais.com/articulo/opinion/Berlusconi/desnudo/elpepiopi/20090605elpepiopi_2/Tes esas que consiguió que se secuestraran en su país. La cosa tiene miga al hacerlo en la víspera del día de reflexión. Pero aquí nadie da puntada sin hilo. Esa dictadura a la italiana en que se ha convertido ese país, ese hacer las leyes a la medida de su conveniencia, la sospecha de corrupción latente en todos los rincones ¿Son fotos privadas porque están captadas en un espacio privado? No parece que nadie haya entrado en una propiedad privada para captarlas, nadie ha abierto un puerta ni descorrido una cortina. ¿Son privadas cuando están de por medio intereses y posibles hechos delictivos? ¿Se puede legislar impunemente para procurarse la impunidad? ¿Se puede desacreditar a la esposa que siente herido su orgullo?. La Roma de los césares no acabó. Pervive en el inconsciente colectivo y aflora en cuanto tiene ocasión.
La Roma de los césares necesitó de generales y de guardias pretorianas, soldados de fortuna que imponían el terror y se iban con el siguiente césar en cuanto tenían una moneda de más. Generales que aterrorizaban al Senado e imponían sus doctrinas "manu militari".
http://noticiasdenavarra.com/ediciones/2009/06/05/vecinos/pamplona/d05pam30.1617020.php
Hay matrimonios que, aunque se vuelven incómodos, cada día que pasa son más difíciles de romper. (Él no es así; en el fondo me quiere; se le pasará, mañana estará mejor y esto se olvidará; lo importante es que vuelva...). Poco a poco van aislándose desconfiando de todo el mundo y dependiendo únicamente de su protector. Cualquier opinión o crítica es mal recibida y considerada como una agresión o intromisión. Mejor no mirarse al espejo. Mejor no preguntar al espejo. Hay quien cree que dar una imagen de autoridad, de poder, le protege, le hace superior. No hace mucho, Yolanda Barcina se jactaba de haberse disfrazado de rastafari y haber entrado en el tendido de las peñas, acompañada de sus escoltas. Se rieron mucho. Yo la invito, es un eufemismo, yo no voy a los toros, a que se anime a ir sola, sin rastas ni pelucas, no a los toros en San Fermín, que son una excepción, sino por la calle, en los actos públicos. Tal vez se lleve una sorpresa, tal vez nadie la agreda ni la insulte, tal vez la ignore, como se ignora a la vecina de la casa con la que tienes roces y no te hablas pero a la que no te queda más remedio que aguantar. Es más, sé que esta sensación no le resulta desconocida.
El problema de los césares era su fuerza. Había que aumentar las falanges para conquistar, para dominar, para someter. Jamás convencieron. Ninguno fué amado. La plebe envidió sus fiestas, sus orgías, su poder, su calidad de vida, su derroche, sus fuegos artificiales, sus palacios, y en cuanto pudo, los olvidó. Sólo quedan algunos bustos para ilustrar la historia.

Todos somos ignorantes, lo que ocurre es que no todos
ignoramos las mismas cosas.
A. Einstein

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